martes, 3 de agosto de 2010

El rol de los padres frente a las drogas


El rol de los padres frente a las drogas
Autor: Mónica Peisajovich


En nuestra sociedad, ningún adolescente está exento de la tentación de caer bajo el flagelo de la droga. Para prevenirse, es importante que los padres inculquen valores a sus hijos desde pequeños, pero, por sobre todo, que no dejen de escucharlos.


Las drogas son sustancias que provocan cambios psíquicos y físicos al ser consumidas. En mayor o menor medida causan dependencia, según sea la sustancia y las características de cada individuo.

Su consumo viene acompañado de trastornos que afectan a la persona en sí, a su familia y a la sociedad; deterioran progresivamente la salud del consumidor; causan deserción escolar, pérdida de trabajo, maltratos y peleas familiares, conductas antisociales, aumento de delitos, etc.
En los adolescentes, el alcohol y la marihuana funcionan como iniciáticos y es una de las tantas formas que buscan para expresar su rebeldía, así como la dificultad de hacerse cargo de sí mismos y de la realidad que les toca vivir.

De este modo se manifiesta el proceso de crecer: como la búsqueda de una identidad propia, separada de los padres. Esa rebeldía contra los valores paternos tiene como objeto a la propia valoración: “así creciste vos, así ha sido siempre”.
El problema aparece cuando los chicos eligen una forma de rebeldía que los lastima, destruye su autoestima y eventualmente puede matarlos. ¿Qué podemos hacer los padres?.
Existen algunas señales para saber si su hijo es adicto:
• Si pierde el interés por el deporte y otros pasatiempos.
• Si pide dinero con frecuencia a personas cercanas o si desaparecen dinero y objetos en la casa, escuela, o trabajo.
• Ante el abandono del grupo habitual de amigos o del cambio repentino de amigos.
• Si realiza gastos excesivos sin explicación razonable.
• Ante la detección de polvos ocultos, hierbas u otras sustancias.
• Si posee píldoras o comprimidos no indicados por el médico.
• Ante el caso de que tenga boquillas, pipas o jeringas usadas en el consumo de drogas.
Como padres, hay algo que todos sabemos por experiencia: “lo peor que todos podemos hacer frente a un problema... es esquivarlo. No por eso dejará de existir”.

En relación con sus hijos, la alternativa a no hablar de un tema significa que escucharán a otro. La droga existe y aunque no nos guste, está aquí, a nuestro alrededor, y no debemos negarla sino prepararnos para enfrentarla.
La prevención del uso indebido de drogas comienza desde la concepción del niño, y continúa durante toda la crianza.
Debemos aceptar las características propias de cada hijo, su particular ritmo de crecimiento, sus habilidades, límites e inclinaciones, aunque no sean lo que uno hubiese deseado.
Si bien no existe una escuela que nos enseñe a criar hijos, si estamos bien informados, estaremos en mejores condiciones de ayudarlos.
Los hijos esperan que los padres se acerquen y les hablen, y por sobre todo prevenir: es la medida más efectiva, es un trabajo cotidiano el de escucharlos atentamente cuando nos hablan, que sepan que pueden confiar en nosotros como padres.
Algunos puntos importantes a tener en cuenta:
• Es importante respetar a los hijos como personas capaces de participar y opinar en la vida familiar y escolar.
• Es útil y necesario sembrar valores de respeto, disciplina y solidaridad.
• Hay que educar a los hijos para que se estimen y respeten a sí mismos.
• Al hablar de drogas, los padres deben asumir una posición clara y firme.
• Es imprescindible que los progenitores fomenten la recreación de los chicos y los orienten sobre el buen uso del tiempo libre.
• Ayuda mucho que los padres se relacionen con los amigos de los hijos para conocer sus gustos e intereses, así como a los padres de los jóvenes.
• Es fundamental que los padres logren conversar frecuentemente con los hijos y compartan actividades familiares juntos.
No nos olvidemos que “nuestros hijos necesitan saber que pueden confiar en nosotros”.
En definitiva,
• Lo que buscan los adolescentes es un poco de atención.
• No hay que dejar que una charla acabe en una discusión o en una pelea.
• Cuiden que sus actos reflejen lo que esperan de sus hijos.
• No es bueno pensar: “a nosotros no nos puede tocar”.
No esperen a tener un problema.

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